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Día del Periodista: Los 17 que dieron la vida por informar

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saltodelguairaaldia.com Portal de Noticias de Salto del Guairá

En el Día del Periodista Paraguayo (26 de abril), los principales homenajes son casi siempre para Pablo Medina y Santiago Leguizamón, los más conocidos mártires de la comunicación. Pero hay otros quince que también se inmolaron por dar a conocer su verdad a través de los medios. Sepa quiénes son.
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Santiago Leguizamón, con sus hijos, frente a la radio de su propiedad, en Pedro Juan Caballero.
Hombres armados que esperan en la esquina de una calle fronteriza o en la desolación de un camino rural.

Sicarios que llegan raudamente a bordo de una motocicleta, con el rostro oculto por cascos con visores oscurecidos, y que con mortal eficacia desenfundan escopetas y pistolas automáticas.

Las escenas son siniestramente parecidas, como calcadas de un criminal manual operativo. En la mayoría de los casos hubo amenazas previas, a través del teléfono o de mensajes de texto. En otros, fue simplemente la sorpresa de un fugaz instante, una frenada brusca, un click metálico que antecede a los fogonazos mortales.

Desde aquel primer brutal asesinato del periodista Santiago Leguizamón, como macabro mensaje en el Día del Periodista Paraguayo, el 26 de abril de 1991, hasta ahora, ocurrieron otros 16 casos contabilizados de comunicadores asesinados por su trabajo de informar.

Desde dueños de radioemisoras, reporteros profesionales conocidos, corresponsales de grandes medios, hasta comunicadores populares de radios comunitarias o locutores que cumplían una labor más de propaganda política partidaria, han sido víctimas de los asesinatos por encargo.

Conozcamos los casos:

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1.Santiago Leguizamón (1991): Mediodía en la tierra de nadie.

Era casi el mediodía del 26 de abril de 1991 y Santiago Leguizamón, periodista y director propietario de Radio Mburucuyá, en la ciudad de Pedro Juan Caballero, Amambay, estaba a punto de finalizar su tradicional programa Puertas Abiertas.

Planeaba juntarse con los demás trabajadores de la radio para compartir un almuerzo de conmemoración por el Día del Periodista en el restaurante El Pato, sobre la avenida fronteriza que divide a Pedro Juan de la ciudad brasileña de Ponta Porá.

Esa mañana, Leguizamón mantuvo un contacto al aire con su amigo Humberto Rubín, director de Radio Ñandutí, en Asunción, quien le pidió que se cuide, porque el comunicador pedrojuanino había recibido muchas amenazas de muerte.
«Hay dos clases de muerte, Humberto. Una es la muerte material, la muerte física. Y otra es la muerte cuando uno abandonó la ética y la voluntad de trabajo», le respondió Santiago.

Minutos después, Leguizamón salió del precario edificio de madera en donde funcionaba la radio, en el barrio María Victoria, y subió al auto, un viejo Datsun de color blanco, acompañado de su fiel secretario, Baldomero Karape Cabral.

Sobre la avenida Rodríguez de Francia, en la esquina de la calle De Jesús Martínez, en plena línea fronteriza, un automóvil Volkswagen Gol color negro, con vidrios polarizados y puerta derecha abollada, estaba esperando. Había tres hombres a bordo. Tenían armas y una siniestra misión.

Eran las 12.15 del mediodía, en la llamada «terra de ninguen» o «tierra de nadie», que divide a los dos países, cuando el Gol negro cerró el paso al auto blanco, y dos de los hombres saltaron a tierra. Uno llevaba armas cortas, presumiblemente una 9 milímetros y una 38 magnum, y el otro, una potente escopeta calibre 12 recortada.

Santiago detuvo el auto y vio que los hombres se le venían encima. Los disparos acribillaron el parabrisas. Herido y desfalleciente, Santiago aún tuvo fuerzas para gritarle a su secretario: «¡Corré, salvate… yo ya no puedo!». Cabral abrió la puerta y salió corriendo del auto, cuando escuchó la explosión final, el escopetazo que le arrancó a Santiago el ojo izquierdo.

Tras darle el tiro de gracia, los sicarios subieron al auto y cruzaron la frontera hacia Brasil. Según los forenses, 21 balazos impactaron en el cuerpo del periodista y le causaron la muerte.

Habían pasado dos años desde la caída de la larga dictadura stronista, cuando la mafia del narcotráfico y el crimen organizado en la frontera inauguraban el primero de una serie de violentos asesinatos a periodistas y comunicadores.

Como corresponsal de la entonces Red Privada de Comunicación (Diario Noticias, Canal 13 y Radio Cardinal), Leguizamón había publicado varios reportajes investigativos sobre tráfico de drogas, lavado de dinero, contrabando de soja y robo de vehículos.

Las últimas notas, en marzo de 1991, dejaban entrever una presunta complicidad entre los capos del crimen y el Gobierno del entonces presidente, general Andrés Rodríguez. Los reportajes mencionaban como uno de los principales capos del tráfico al entonces poderoso empresario fronterizo, Fahd Yamil, más conocido como El turco.

En 1992, un año después del asesinato de Leguizamón, la Policía Federal brasileña detuvo a los sicarios brasileños José Tiro Certo Araulho, José Aparecido de Lima y Bras Vaz de Moura, quienes confesaron haber asesinado al periodista paraguayo «por encargo de Daniel Alvares Georges (hijo de Fahd Yamil) y su primo Luis Enrique Tulú Georges».

La Justicia paraguaya nunca movió un dedo para utilizar esta confesión. Por el contrario, acabó encubriendo a los autores del crimen. A 24 años, el asesinato sigue en total impunidad.

Aquel «modus operandi» de los asesinatos por encargo, se repetiría en estos 24 años de modo sistemático, causando la muerte de otros 16 periodistas y comunicadores.

2. Calixto Mendoza (1997): Una mateada que dejó de ser feliz.

Mateando feliz, así se llamaba la audición radial que el locutor Calixto Mendoza conducía en las madrugadas, en la emisora Radio Yby Yaú, de la ciudad de Yby Yaú, en el Departamento de Concepción.

En su programa, Calixto brindaba espacios a dirigentes de organizaciones sociales y campesinas, formulando denuncias contra las autoridades y los poderosos de la región.

Evidentemente, sus críticas ocasionaron molestias. En la madrugada del 2 de marzo de 1997, su cuerpo fue hallado al costado de un camino rural de la compañía Arroyo de Oro, cerca de Yvy Yaú.

Sus familiares aseguran que Mendoza fue ahorcado por desconocidos y arrojado en un lugar descampado.

«Su muerte nunca fue investigada, se cerró el caso como accidente de tránsito», destaca el también locutor Enrique Galeano, quien lo sustituyó en el programa de las madrugadas.

Los sospechosos de haber cometido el crimen nunca fueron siquiera demorados. Para las autoridades, su asesinato quedó en el olvido luego de que se perdieran sus archivos, según aseguraron guardias de la Jefatura de la Policía Nacional de Concepción a uno de sus hermanos.

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Benito Ramón Jara, uno de los muchos crímenes olvidados.
3. Benito Ramón Jara (2000): El delito de manejar información

«Si Benito Ramón Jara no hubiera estado colaborando en el último año de su vida con Radio Yby Yaú, aportando informaciones y avisos, su muerte habría pasado prácticamente inadvertida. Tan inadvertida, quizá, como algunos de los crímenes espantosos que sacuden a menudo, y en absoluto silencio, el norte del Paraguay, tierra de nadie. O, en realidad, de varones de la droga y de contrabandistas de vehículos. De mafiosos y de rufianes de toda laya, en definitiva. Que, según un lugareño, disparan primero y preguntan después».

Así describe el periodista argentino Jorge Elías, entonces reportero del diario La Nación de Buenos Aires, quien se encargó de investigar bajo encargo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) algunos de los primeros casos de periodistas asesinados en el Paraguay.

«Al costado de uno de los caminos rurales, rumbo a la colonia General Bernardino Caballero, a unos 20 kilómetros de Yby Yaú, apareció el jueves 13 de abril del 2000, entre las cinco y las seis de la tarde, el cadáver de Jara. Tenía 37 años y seis tiros: uno en el rostro, otro en la cabeza, otro en el tórax y tres más a la altura del estómago. Iba en una motocicleta de su propiedad, abandonada (por los asesinos, al parecer) a unos 1.000 metros del lugar del crimen», explica Elías.

Nunca se aclaró la verdadera causa del asesinato de Benito Ramón Jara. No era periodista, sino principalmente chofer y vendedor, pero por su vinculación con la radio manejaba mucha información. Es otro de los muchos casos que quedó en la absoluta impunidad.

4. Salvador Medina (2001): La mafia del rollotráfico

Tenía vocación de comunicador, al igual que su hermano Pablo. Desde su programa radial en la humilde emisora comunitaria Ñemity FM, en la ciudad de Capiibary, Departamento de San Pedro, fustigaba a los depredadores de bosques, a los traficantes de rollos de madera y a los marihuaneros.

Salvador Medina Velázquez, de 27 años, era el presidente del consejo de la radio comunitaria FM Ñemity y ejercía la docencia como profesor de guaraní en la escuela parroquial y primaria del pueblo. «Desde el micrófono denunciaba, cuando tenía ocasión, el contrabando de rollos de madera desde la reserva forestal del Ministerio de Agricultura y Ganadería del Paraguay, y las conexiones de una banda de la colonia Ara Pyahu, a 20 kilómetros de Capiibary, vinculada con asaltos y con otros delitos. Lo hacía de común acuerdo con sus hermanos, Pablo, de 40 años, corresponsal del diario ABC Color, de Asunción, y autor de artículos sobre ambas cuestiones, y Gaspar, de 32, docente del colegio y conductor de un programa de música en la radio», relata el investigador Jorge Elías, en un informe elaborado para el proyecto Impunidad, de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

El 5 de enero del 2001, Salvador circulaba en una motocicleta con su hermano Gaspar, cuando fueron interceptados por un hombre enmascarado, quien disparó contra el trabajador de la prensa, matándolo.

Luego de un largo proceso, el autor material del crimen, Milciades Maylin, fue condenado a 25 años de cárcel, pero los autores intelectuales jamás fueron ni siquiera procesados.

5. Yamila Cantero (2002): Un crimen en la nebulosa.

Tenía 26 años de edad y era una de las periodistas más reconocidas de San Ignacio, Misiones, cuando el 6 de julio de 2002 estalló la noticia de que su cuerpo había sido hallado inerte, junto al de un policía, que presuntamente era su pareja sentimental, en un local policial.

La versión oficial presentó el caso como un presunto «crimen pasional», pero los familiares y el gremio de los periodistas no aceptaron esta versión.

«Es muy probable que detrás del supuesto crimen pasional de la compañera periodista, igualmente de radio, Yamila Cantero, en Santiago de las Misiones, se haya perpetrado un silenciamiento de corte mafioso. Es muy probable. Yamila apareció muerta debajo de su entonces pareja, un suboficial, quien, de acuerdo con reporte y crónicas policiales de la época, la mató y después él se suicidó», destaca el entonces secretario general del Sindicato de Periodistas del Paraguay, Julio Benegas.

Yamila es recordada como una reportera sagaz, crítica, denunciadora de las injusticias. «Ella nos demostró que la firmeza y la calidad en el desempeño de la tarea periodística no es vinculante con la destrucción y el desmoronamiento del adversario o el objetivo de una investigación», escribió sobre ella el ex ministro de la Sicom, el también periodista misionero Augusto Dos Santos.

El hoy abogado y juez de Yabebyry, Camilo Cantero, hermano de Yamila y durante mucho tiempo periodista, sostiene: «Su legado es el mayor desafío que tenemos sus familiares para no defraudar a la sociedad que en el momento justo ha respondido cuando estábamos aun sumamente sorprendidos por su tempranera muerte que truncó una figura importante por su proyección social y su empecinamiento por un futuro mejor.»

«Su desaparición física nos dejó huérfanos de una gran luchadora social desde el periodismo testimonial», destaca Camilo Cantero, quien asegura que nunca se ha respondido a la pregunta: «¿Quiénes y por qué la mataron?».
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6. Samuel Román (2004): La molestia de un intendente

El locutor Samuel Román, de 36 años, un brasileño hijo de paraguayos, conducía un programa radial denominado La voz del pueblo, en la radio comunitaria Conquista FM de Capitán Bado, departamento de Amambay.

En su programa, Samuel criticaba severamente a los políticos de la región, en especial la gestión del «prefeito» (intendente municipal) de la ciudad brasileña de Coronel Sapucaia, separado apenas por una calle de Capitán Bado. Principalmente, daba espacios a la ciudadanía, para que exprese su opinión.

Acto de protesta de periodistas de ABC Color, recordando a sus colegas asesinados.
En la noche del 20 de abril de 2004, Samuel Román fue interceptado por tres sicarios en territorio brasileño, quienes le dispararon a quemarropa 13 tiros de pistola calibre 9 milímetros, ultimándolo.

Tras una larga investigación, la Policía brasileña –con colaboración de la paraguaya- pudo determinar que los sicarios fueron Luciano Gregorio de Lucena, Faviano Lucena dos Santos y Ricardo Antonio Machado, todos brasileños, por mandato del entonces intendente de Sapucaia, Eurico Mariano, quien finalmente pudo ser detenido, procesado y condenado a 17 años y 9 meses de prisión.

7. Ángela Acosta (2006): Otro presunto «crimen pasional».

Desde una humilde emisora comunitaria en Mayor Otaño, Itapúa, Ángela Acosta Méndez se desempeñaba como una voz crítica y abierta a las inquietudes de las organizaciones campesinas y populares de la región.

Ángela apareció muerta el 21 de diciembre de 2006, en Mayor Otaño, y el principal acusado fue quien era su pareja sentimental, el agente de Policía Agustín Alfonso Verón.

Verón fue detenido, pero, unos meses después, se escapó de la Comisaría 13ª de Encarnación.

Verón fue posteriormente relacionado con el asesinato de otro periodista, el chileno Alberto Tito Palma, también en Mayor Otaño.

El caso del asesinato de la periodista comunitaria Ángela Acosta nunca fue debidamente esclarecido.
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8. Alberto Tito Palma (2007): Silencio a balazos

El periodista chileno –radicado en Paraguay- Alberto Tito Palma Godoy, locutor de la radio Mayor Otaño, en Mayor Otaño, a la vez corresponsal de Radio Chaco Boreal en Asunción, denunciaba el crimen organizado, el contrabando de combustibles y la corrupción en el gobierno local del departamento de Itapúa.

Palma venía recibiendo varias amenazas de muerte, por lo que había anunciado que regresaría a su país natal, Chile.

Tito Palma.
En la noche del 22 de agosto de 2007, el reportero se encontraba cenando con su pareja cuando dos hombres, vestidos con traje militar camuflado (conocido como parapara’i), lo asesinaron a tiros.
«Dos hombres con uniformes militares que iban en motos irrumpieron de pronto en su vivienda. Lo acribillaron. En el piso quedaron 18 casquillos de balas, según el comisario Ángel Barboza, jefe de la Policía de Itapúa. Seis balazos dieron en la frente, el cuello, los brazos y las piernas de Palma, de 48 años. Su pareja, Wilma Martínez, de 24 años, con la cual tenía un hijo de apenas dos meses, resultó herida en la pierna izquierda; debió ser internada de urgencia», relata el informe del proyecto Impunidad de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

Nelson Vera Sanabria, alias Kamba’i, de 22 años, y su hermano Fabio, de 29, habrían sido los ejecutores del periodista.

Kamba’i Vera, según los testimonios, actuó a cara descubierta. El otro llevaba un pasamontañas. La pareja de Palma, sin embargo, pudo identificar al encapuchado por la mirada y sus rasgos físicos como Fabio Vera, el hermano de Kamba’i. Ambos son oriundos de la localidad de Yacuí Guazú, distrito de Mayor Otaño, y tienen antecedentes penales», destaca el informe de la SIP.

9. Martín Ocampos (2009): Asesinato en zona del EPP

El director de la emisora comunitaria Hugua Ñandú FM, Martín Ocampos Páez, fue asesinado a tiros en su domicilio de la colonia Jorge Sebastián Miranda, más conocida como Hugua Ñandú, en el norte del Departamento de Concepción, en la noche del 12 de enero de 2009.

Martín Ocampos.
Ocampos Páez, dirigente de la Organización Campesina del Norte (OCN), era acusado por exponentes de la Fiscalía y la Policía de ser presuntamente colaborador del grupo armado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), aunque nunca se exhibieron pruebas que pudieran sustentar esta acusación. Sus familiares y compañeros negaron enfáticamente esta versión.
Ocampos ya había sido detenido como supuesto colaborador del grupo armado, tras el ataque a un local policial en el lugar, pero fue nuevamente liberado por falta de pruebas.

Cuando se produjo el asesinato, desde sectores de la Policía y la Fiscalía se echó a correr la versión de que el comunicador fue «ajusticiado» por sus propios ex compañeros del grupo armado, presuntamente en represalia por diferencias internas en el manejo de dinero.

La docente Mirna Cristaldo, viuda de Martín Campos, negó que su marido fuera miembro o colaborador del EPP, y aseguró que fue asesinado como represalia a sus denuncias en la radio, contra los abusos de las fuerzas policiales y militares en la zona.

El caso nunca fue aclarado y sigue en la impunidad.
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10. Merardo Romero (2011): Un crimen con tinte partidario

El locutor Merardo Alejandro Romero Chávez, de 47 años, conducía un programa radial con claro objetivo político partidario, a favor del movimiento Esperanza Colorada, de un sector de la Asociación Nacional Republicana (ANR). El mismo se emitía a través de la 100.1 FM, La voz de Itakyry, de la ciudad de Itakyry, a 90 kilómetros al norte de Ciudad del Este, en el Departamento de Alto Paraná.

Merardo Romero.
El contenido del programa apuntaba a emitir propaganda electoral a favor del movimiento Esperanza Colorada, que por entonces era liderado por el caudillo altoparanaense Javier Zacarías Irún, y cuestionaba a través de denuncias a autoridades y funcionarios relacionados con el sector político interno colorado, ligado al entonces candidato presidencial, Horacio Cartes.
«Durante sus programas, recibía llamadas en que le decían que se calle o le mandarán callar. El crimen sería el cumplimiento de la amenaza», señaló una persona estrechamente ligada a la familia.

En la noche del 3 de marzo de 2011, sicarios armados llegaron hasta la casa de Romero Chávez y lo acribillaron a balazos, frente a sus propios hijos.

Resultó acusado el político colorado del movimiento contrario, Fidel Duarte, quien fue detenido, pero vuelto a ser dejado en libertad a las pocas semanas.

«¡Es el colmo del escándalo! Varios políticos regionales sospechosos de haber ordenado la ejecución de Merardo Romero gozan desde el inicio del caso de una curiosa bondad judicial. José Valenzuela, alto funcionario del gobierno de Itakyry, nunca fue arrestado por la policía local pese a que el Ministerio Público emitió una orden de detención contra él por ‘homicidio doloso’. Incluso se confirmó que se encuentra en Itakyry, ¡cuando oficialmente se señala que se encuentra prófugo! Asimismo, Miguel Ángel Soria, ex intendente de la ciudad, de quien Fidel Duarte era el capanga, nunca se ha preocupado», reclamó la organización internacional Reporteros sin Fronteras.
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11. Marcelino Vázquez (2013): Acribillado frente a su radio

Al atardecer del 6 de febrero de 2013, el periodista radial y empresario Marcelino Vázquez salía de los estudios de su emisora Sin Fronteras 98.5 FM, en la ciudad de Pedro Juan Caballero, dirigiéndose a una discoteca (de la que también era propietario), cuando dos hombres que circulaban en una motocicleta lo interceptaron.

Marcelino Vázquez.
El hombre sentado en la parte trasera del vehículo descendió y le disparó varias veces con un revólver calibre 38 milímetros. Uno de los hijos de Marcelino Vázquez salió de la discoteca y vio huir a los asesinos.
«Lo más probable es que la mafia se encuentre tras este asesinato, pues la forma de operar tiene claramente la marca del crimen organizado. La investigación anunciada debe arrojar resultados rápidamente y debe explorar el móvil profesional. Sobre todo, no debe ceder a eventuales trabas o presiones en una región donde, por desgracia, los cárteles ejercen una gran influencia sobre las autoridades locales», reclamó en su momento la organización Reporteros sin Fronteras.

Fueron procesados e investigados por este homicidio Édgar Giménez Duarte y Ramón Fariña Figueredo. Duarte fue finalmente condenado a 18 años de cárcel por este homicidio.
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12. Carlos Artaza (2013): Balas en la refriega electoral

El 24 de abril de 2014, a apenas dos días de celebrarse el Día del Periodista Paraguayo, el fotógrafo Carlos Artaza (45 años), quien trabajaba como funcionario de prensa de la Gobernación de Amambay, en Pedro Juan Caballero, fue asesinado por sicarios en dicha ciudad fronteriza.

Artaza conducía su automóvil cuando fue interceptado por dos sujetos que circulaban en motocicleta, quienes lo hirieron con cinco disparos. Falleció la mañana del día siguiente, mientras era trasladado en ambulancia a Asunción.

Carlos Artaza.
El fotógrafo regresaba de una caravana de celebración por la victoria del diputado Pedro González, electo como gobernador de Amambay, tras una agresiva campaña en la que el político compitió contra el senador Roberto Acevedo que, como él, pertenece al Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA).
«El ambiente observado estos últimos días en Amambay traduce al extremo una situación nacional cada vez más preocupante para la seguridad de los periodistas y la libertad de información. La campaña de las elecciones generales, llevadas a cabo el 21 de abril pasado y en las que Horacio Cartes resultó vencedor a la presidencia, estuvo marcada por amenazas e intimidaciones, así como por una serie de revelaciones sobre los presuntos vínculos entre ciertos políticos y el crimen organizado. El mantenimiento del Estado de Derecho, ya de por sí frágil, depende también de la suerte de los periodistas», apuntó en su momento la organización Reporteros sin Fronteras.

El caso continúa sin ser esclarecido.
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13. Fausto Gabriel Alcaraz (2014): Acallando las críticas

Fausto Gabriel Alcaraz, periodista de la emisora Radio Amambay, de Pedro Juan Caballero fue asesinado de 12 balazos el 16 de mayo de 2014, cuando salía del estudio de grabación. Dos sicarios que circulaban a bordo de una motocicleta le dispararon.

Fausto Alcaraz.
El propietario de la radio, el senador Robert Acevedo, señaló que el asesinato tuvo lugar después de que Alcaraz nombrara directamente en su programa a individuos involucrados con el narcotráfico en la región, a quienes denunció «con nombre y apellido».
Alcaraz, de 28 años, dirigía el programa de radio De frente a la mañana, el principal espacio matutino de Radio Amambay 570 AM.

El comunicador era conocido por generar polémicas acusaciones contra comerciantes, policías, fiscales y jueces que, supuestamente, actuaban a las órdenes de la mafia ligada al narcotráfico y el crimen organizado.
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14. Édgar Fernández Fleitas (2014): Furia en la ciudad

Abogado y locutor radial, Édgar Pantaleón Fernández Fleitas, de 43 años, era una de las voces más críticas de la ciudad de Concepción, a través de su programa La ciudad de la furia, que se emitía a través de la emisora Radio Belén Comunicaciones.

Fernández Fleitas fue asesinado de 6 tiros en la cabeza por desconocidos en su residencia, en Concepción, en la tarde del 19 de junio de 2014.

«Probablemente una persona tocó el timbre y él abrió el portón, ingresó, se sentó y le disparó, no fue para robarle ni nada, fueron otros los motivos. Hay personas que vieron al que disparó», indicó la fiscala Dora Irrazábal, de Concepción.

Edgar Fernández.
La directora general de la UNESCO, Irina Bokova, reclamó a las autoridades paraguayas «que hagan todo lo posible para detener y procesar a los responsables del asesinato del periodista radial paraguayo Édgar Pantaleón Fernández Fleitas».
«Es importante que los responsables de crímenes contra periodistas sean juzgados. El sistema judicial debe movilizarse para impedir que la violencia amordace la libertad de expresión y la libertad de prensa», agregó.
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15. Pablo Medina (2014): El crimen que sacudió la narcopolítica.

Regresaba de una cobertura periodística en asentamientos campesinos, a bordo de su camioneta, cuando dos hombres vestidos de militar le cerraron el paso en un desolado camino vecinal, en las inmediaciones de Villa Ygatimí, Departamento de Canindeyú.

Pablo Medina.
Pablo Medina, veterano periodista, corresponsal del diario ABC Color en la zona de Curuguaty, fue acribillado con varios disparos de una pistola 9 milímetros y rematado con una escopeta calibre 12.
Previamente, uno de sus ejecutores le había preguntado acerca de su identidad, en lengua guaraní: «¿Vos sos Pablo Medina?». Cuando el periodista vio que le apuntaban con un arma, pidió: «Anina che juka (Por favor, no me mates)».

El asesinato de Medina, por tratarse de un informador muy conocido, integrante de uno de los medios periodísticos más importantes del país, causó una gran conmoción en la sociedad paraguaya y produjo una fuerte reacción de protesta y movilización desde el gremio de los periodistas y otros sectores organizados.

Ante la fuerte presión mediática, equipos de investigación de la Fiscalía y la Policía actuaron con mayor celeridad y se pudo determinar que el crimen fue ordenado por el intendente municipal de Ypejhú, Vilmar Neneco Acosta y ejecutado por el hermano de este, Wilson Acosta y su sobrino, Flavio Acosta Riveros. También se determinó que Acosta era el jefe de una banda de narcotraficantes y sicarios, responsables de varios otros crímenes en la región.

Neneco Acosta fue detenido recientemente en Brasil y se espera su extradición. Los demás siguen prófugos.

Las repercusiones del caso obligaron a que el Congreso Nacional cree una comisión especial de investigación, que llegó a individualizar públicamente a varios senadores y diputados como relacionados al narcotráfico y al crimen organizado, aunque hasta ahora no han sido investigados seriamente por los organismos de Justicia.
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16. Antonia Almada (2014): El precio de acompañar a un periodista

La joven Antonia Maribel Almada Chamorro (19), viajaba junto al periodista Pablo Medina, en el asiento del acompañante, cuando este fue atacado por sicarios, y ella también resultó víctima de varios disparos, falleciendo pocos minutos después.

Antonia Almada.
Otra hermana suya viajaba en el asiento trasero de la camioneta y logró agacharse en el momento del ataque, resultando ilesa, aparentemente por no haber sido vista por los asesinos. Su testimonio resultó clave para individualizar a los agresores.
Aunque no era estrictamente periodística –la presentan como asistente del corresponsal Medina-, la joven Antonia Maribel es también considerada una de las víctimas de los ataques contra la prensa. Antonia era estudiante de análisis de sistemas y oriunda de Villa Ygatimí. Estaba viviendo y estudiando en Curuguaty junto con su hermana, desde donde acompañaba a Medina en sus coberturas.
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17. Gerardo Servián (2015): Una molesta voz en guaraní

Gerardo Servián Coronel, periodista radial de Pedro Juan Caballero, realizaba un programa diario en idioma guaraní en la emisora comunitaria Radio Ciudad nueva, en la localidad fronteriza de Zanja Pytá, vecina a la capital de Amambay.

En horas de la siesta del día 5 de marzo de 2015, Servián se desplazaba a bordo de su motocicleta por una calle de la ciudad de Ponta Porá, Brasil, cercana a la divisoria fronteriza con Paraguay, cuando fue alcanzado por otra moto, en la que iban dos personas.

Según un video grabado por una cámara de seguridad en el sector, el hombre que iba detrás en la otra moto, extrajo un arma y empezó a disparar al comunicador, derribándolo del vehículo, para luego ultimarlo con más disparos.

Su hermano, el también periodista radial Kiko Servián, dijo que el homicidio fue en represalia a las críticas que Gerardo Servián realizaba desde la emisora, especialmente contra la gestión del intendente de Zanja Pytã, Marcelino Rolón, del Partido Colorado.

«Él hablaba mucho de la cuestión de la intendencia, de las elecciones municipales. Es por eso que no se puede descartar que el trasfondo podría ser una cuestión política», indicó.

La organización internacional Reporteros sin Fronteras exigió «una investigación exhaustiva, independiente e imparcial y a no excluir la hipótesis de que el homicidio pudo estar relacionado con su actividad profesional. Este crimen no debe sumarse a la lista de asesinatos de periodistas que permanecen en la impunidad en esta región fronteriza». UH. ANDRES COLMAN.
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